El virus del Ébola es uno de los más peligrosos para el ser humano, ya que es sumamente contagioso y tiene una alta mortalidad.
¿De dónde viene?
El virus fue identificado en 1976 en Zaire, hoy República Democrática del Congo (RDC), y se llama así por el nombre de un río del norte de este país. La primera de las cinco variantes conocidas del virus alcanza una mortalidad de hasta el 90% en los seres humanos (alrededor de 70% en la epidemia actual), según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
¿Cómo se transmite?
El virus circula entre los murciélagos frugívoros (que comen fruta), que son considerados como huéspedes natural del virus aunque no desarrollan la enfermedad. Otros animales, como grandes simios, antílopes o puercoespines, también pueden transmitirlo a los seres humanos.
Pese a ser muy contagioso, este virus se transmite con menor facilidad que otros, dado el modo de contagio, a través de fluidos corporales.
Así, el virus del Ébola puede propagarse a través de moco, semen, saliva, sudor, vómito, heces y sangre.
No obstante, es muy difícil que se transmita entre pasajeros en un espacio cerrado como un avión o un tren, puesto que requiere del contacto directo con las secreciones corporales.
El ébola también se ha transmitido a personas que tuvieron contacto con el cuerpo de alguien que falleció por este mal, como por ejemplo durante los preparativos para un funeral.
¿Cuáles son los posibles tratamientos?
No hay vacuna ni tratamiento homologado. Los cuidados consisten principalmente en hidratar a los enfermos.
Dos vacunas que la OMS considera “prometedoras” aún se están desarrollando, pero existen varios tratamientos que, si bien también son experimentales, han dado buenos resultados con varios pacientes.
El más conocido de estos tratamientos experimentales es el ZMapp, que contiene tres anticuerpos. Se prevé que cientos de dosis estén disponibles de aquí a fin de año.
La eficacia para el ébola del Avigan, un producto usado para la gripe japonesa, aún no se ha probado, pero se trata del único tratamiento potencial que se podría producir rápidamente. La sociedad japonesa Toyama Chemical dice tener “suficientes reservas para más de 20.000 personas”.
¿Cómo protegerse?
Hay que tomar medidas preventivas, como lavarse las manos, desinfectar con soluciones hidro-alcohólicas, y vigilar atentamente la posible aparición de síntomas, en particular la fiebre.
Se recomienda no acercarse a menos de varios metros de los enfermos ni de los cadáveres. Los enfermeros o médicos tienen que usar protecciones individuales, incluyendo guantes y máscaras.
¿Qué se necesita para luchar adecuadamente contra la epidemia?
Hay que aislar a los enfermos, por lo cual hay que reconocerlos previamente por medio de una prueba de laboratorio, ya que los síntomas se parecen a los de otras enfermedades, como el paludismo.
Se necesita mucho personal sanitario: entre 200 y 250 profesionales para atender de modo seguro un establecimiento con 70 camas.
La ONU considera que se necesitan 1.000 millones de dólares para financiar seis meses de lucha contra la epidemia. Ya se ha conseguido un 40% de esta suma, prevista para aumentar de 4.300 a 7.000 la cantidad de camas con suficiente personal médico.