El caso, entre los más intricados de la historia reciente de Italia, ha sido calificado por la prensa como “la cacería más espectacular” de un asesino, tras realizar el análisis genético de casi toda una localidad a partir de una mancha de sangre en las bragas de la joven, una gimnasta con futuro de campeona.
Cuatro años después de la desaparición de Yara Gambirasio, la policía italiana, famosa por su eficiencia, resolvió como en un filme policíaco “el misterio de Brembate”, el próspero pueblo donde residía Yara, tras combinar modernas técnicas científicas con la paciencia del clásico investigador.
Los policías, que contaban sólo con el ADN hallado en la indumentaria de Yara y un poco de polvo de cemento, lograron rastrear pistas hasta determinar que el asesino era el hijo de un conductor de bus fallecido en 1999.
Identificado como Giuseppe Guerinone, su cuerpo fue exhumado, analizado y estudiado llegando a establecer que era el padre del asesino.
El caso se complicó cuando los investigadores comprobaron que los dos hijos legítimos de Guerinone no estaban implicados en el delito y que el asesino probablemente era hijo de una relación clandestina.
Identificado como “Desconocido 1”, el asesino de Yara, resultó ser un maestro de obra, de 43 años, padre de tres hijos y con cara de ángel, cuyo patrimonio genético corresponde al 99,99% con el del autor de crimen.
Para llegar a ello, los investigadores no sólo analizaron la saliva de 18.000 habitantes, algo inédito, sino que también descubrieron a través de amigos, vecinos y conocidos que Guerinone había mantenido una relación en la década del 70 con Ester Arzuffi, actualmente una señora de 67 años, quien resultó tener el mismo ADN de “Desconocido 1”,
La doble vida de Ester
A ella llegaron indagando sobre la vida de 3.000 mujeres que hubieran podido tener una relación con el chofer, al parecer una suerte de Don Juan de la época.
La doble vida de Ester, casada desde los 19 años con Massimo Bossetti, ha sido una de las numerosas claves para descubrir el asesino.
Por más de 40 años Ester escondió la verdad sobre sus hijos primogénitos, gemelos, un hombre y una mujer, fruto de la traición.
Los investigadores, con el ADN del padre y de la madre del homicida, decidieron poner bajo observación, controlar el pasado y sus costumbres y ordenaron el domingo la detención de Massimo Giuseppe Bossetti, el hijo de Ester, un devoto padre de familia y ferviente católico, con el pretexto de un falso control etílico, lo que permitió extraer material genético importante que comprobó ser el homicida.
El asesino residía a 10 kilómetros de la casa de Yara y a siete kilómetros de donde fue hallado el cadáver de la joven, el 26 de febrero del 2011, después de tres meses incesantes de búsqueda.
“Se equivocan. No soy la persona que buscan”, dijo Bossetti acusado este martes por la fiscalía de homicidio con crueldad.
“Si fue él, que pague”, declaró por su parte Ester.
A Yara, que murió desangrada por las heridas al ser acuchillada de espaldas, debilitada por el frío del invierno, le encontraron en la garganta polvo de cemento lo que contribuyó a confirmar la pista.
Los geranios y las violetas del balcón de la casa de Massimo Giuseppe Bossetti, cuyo doble nombre devela una verdad familiar inconfesable, se han convertido en el emblema del mal, en el vecino bueno que se transforma en ogro.
Las felicitaciones públicas del ministro del Interior, Angelino Alfano y del jefe de gobierno, Matteo Renzi, al comandante general del cuerpo de carabineros, Leonardo Gallitelli, y al director de la policía, Alessandro Pansa, confirman que se despejaron todas las dudas sobre el caso.
Paralelamente, expertos, editorialistas, sociólogos intentan explicar las razones por las que un hombre, guapo, discreto, sin problemas económicos y ni una deuda, se llevó una noche de invierno a una niña a un potrero, la violentó, la apuñaló y la abandonó agonizante.
El caso resuelto, publicado por todos los diarios en primera plana, resalta al lado del de Carlo Lissi, quien mató a su joven esposa y sus dos hijas, tras lo cual fue a un bar con sus amigos para disfrutar el partido entre Inglaterra e Italia en el Mundial.
“El matrimonio era una jaula”, confesó.