El sensacional anuncio hecho en marzo pasado por físicos estadounidenses de la detección de ondas gravitacionales producidas por el nacimiento del Universo, descrita como un enorme avance en física que confirmaría el Big Bang, está seriamente cuestionado por los científicos.
De confirmarse, esta primera detección de las ondas primordiales, previstas en la teoría de la relatividad de Albert Einstein, atestiguaría la expansión extremadamente rápida y violenta del universo en la primera fracción de segundo de su existencia hace 13.800 millones de años, una fase llamada “inflación cósmica”.
El anuncio fue fruto de observaciones del fondo cósmico de microondas, una débil radiación remanente del Big Bang, realizadas gracias al telescopio BICEP2 en el Polo Sur.
“La detección de esta señal es uno de los objetivos más importantes en cosmología actualmente y es resultado de un enorme trabajo llevado a cabo por muchos investigadores”, dijo entonces John Kovac, del Centro de Astrofísica (CfA) de la universidad de Harvard y el Instituto Smithsonian, jefe del equipo BICEP2 (Background Imaging of Cosmic Extragalactic Polarization), que reivindica este descubrimiento.
Varios equipos internacionales de astrofísicos compiten en este proyecto.
Al desplazarse, las ondas gravitacionales comprimen el espacio, lo cual produce una señal muy característica en el fondo cósmico de microondas. Al igual que las ondas luminosas, se polarizan, una propiedad que describe la orientación de sus oscilaciones.
El escepticismo en torno a la validez de los resultados del trabajo del equipo BICEP2 ha circulado recientemente en blogs de física y revistas científicas estadounidenses como Science o New Scientist.
El 4 de junio, Paul Steinhardt, director del Centro de Física Teórica de la universidad de Princeton, envió una comunicación a la prestigiosa revista científica británica Nature, en la que afirmaba que el equipo de la universidad de Harvard tuvo un desafortunado error en sus cálculos.
“Serios errores en el análisis (de datos, ndlr) fueron actualizados y se traducen en una falta de detección” de ondas gravitacionales, según el astrofísico, que cita un análisis independiente de los resultados del equipo BICEP2.
“Deberían haber sido más prudentes”
Este análisiss se llevó a cabo por David Spergel, un físico también de Princeton.
Según él, no se puede saber si los rayos de luz detectados por el telescopio BICEP2 provienen específicamente de los primeros momentos del universo.
“Creo que no podemos saber con certeza si las emisiones de luz polarizada que ellos detectaron provienen del polvo cósmico en la Vía Láctea o vienen desde los albores del universo”, dijo a la AFP.
“Sabemos que el polvo cósmico emite radiaciones de luz polarizada observables en todas partes del cielo y (…) la característica de las emisiones que han visto se encuentran tanto en la radiación del polvo cósmico como en las ondas gravitatorias primordiales”, agregó.
El astrofísico explica que es imposible para los investigadores hacer la distinción dado que sus mediciones se realizaron en una sola frecuencia de radiación luminosa.
Esta cuestión se dilucidará “probablemente” en otoño próximo, cuando el equipo rival que trabaja con el telescopio espacial Planck, de la Agencia Espacial Europea (ESA), publique sus resultados, estima Spergel.
El telescopio observa una gran parte del cielo, frente a sólo el 2% que abarca el BICEP2, y realiza sus observaciones en seis frecuencias, lo que permite determinar la fuente de las emisiones de luz polarizada, explica.
Por ahora, el equipo BICEP2 “debería revisar” sus declaraciones iniciales, dice.
“En virtud de la importancia de este resultado, creo que deberían haber sido más prudentes al hacer un anuncio tan espectacular”, juzgó.
Y agregó que, a diferencia de lo que suele ocurrir, ningún científico externo a la investigación pudo verificar los resultados antes de que el equipo los hiciera públicos.
Solicitado por la AFP durante varios días, el físico John Kovac de Harvard, responsable del equipo BICEP2, no había respondido hasta el momento.
Otro miembro clave del equipo, Jamie Bock, un astrofísico del California Institute of Technology, se negó por medio de un portavoz de la universidad a conceder una entrevista “a los medios en esta etapa”.