¿Qué hacer con la desigualdad de la sociedad?

Ahora que, gracias a Thomas Piketty y la publicación de “El Capital en el Siglo XXI”, el debate sobre la desigualdad social y la inequidad ha dejado las catacumbas del ámbito académico para pasar a ser dominio del gran público, es un buen momento para recordar la Presidencia de Lyndon B. Johnson y sus esfuerzos por hacer del Estado una herramienta que emparejara el piso para aquellos que no tenía cómo vincularse al mercado.

Por: Rodolfo Rojas

Esta semana se cumplieron 50 años desde que el sucesor de JFK anunciara la creación de La Gran Sociedad. Inspirado en el libro ‘La Otra América’ de Michael Harrington, un llamado de atención a la nación más rica del mundo, pero que aún mantenía bolsones de pobreza en el que vivían millones de personas, Johnson lanzó una serie de iniciativas orientadas a acabar con ella y terminar con la desigualdad.

A diferencia del New Deal de Franklin D Roosevelt, que fue una respuesta a la hecatombe social y económica provocada por la Gran Depresión, la iniciativa de Johnson estuvo orientada a frenar el deterioro de la calidad de vida de los que se encontraban en la base de la pirámide social. Pero sobre todo fue una respuesta desde el Estado para acabar con la segregación racial que padecían las minorías, especialmente los afroamericanos. Los Estados Unidos eran una sociedad rica y próspera pero que no había podido derrotar a la pobreza. Se necesitaba una respuesta ambiciosa.

Johnson gobernó durante años difíciles. El gran ciclo de crecimiento posterior a la posguerra parecía llegar a su fin. Nuevas demandas para una nueva sociedad. Tuvo el coraje de enfrentar la resistencia conservadora que defendía la tesis de que el mercado por si solo resuelve todos los males.

Para el historiador Alan Brinkley, el mayor éxito de la Gran Sociedad fue convertir algunas de las demandas del Movimiento por los Derechos Civiles en leyes. Gracias a su experiencia en la Cámara de Representantes y a la mayoría que lo acompañaba, Johnson consiguió la aprobación de la mayor parte de sus iniciativas legislativas.

El proyecto de La Gran Sociedad incluía la ambiciosa y controversial Guerra contra la Pobreza que empezó con un presupuesto de un billón de dólares a cargo de la Oficina de Oportunidades Económicas. Las enormes expectativas generadas por la iniciativa de Johnson hicieron de los avances obtenidos, modestos progresos pese a haber obtenido algunos resultados dignos de ser resaltados. Según Joseph Califano, asesor de Johnson, entre 1963 y 1970 el porcentaje de norteamericanos que vivían en la pobreza se redujo 22 a 12 por ciento. Sin embargo, algunos críticos consideran que aquí se inició el proceso de expansión desmedida del Estado norteamericano que acabaría por aletargar el dinamismo de la primera economía del mundo durante los años 70.

La Gran Sociedad es un espejo en el que países como el Perú deberían mirarse. Ahora que, aún voces minoritarias, cuestionan el papel del libre mercado como única vía al desarrollo y progreso, es bueno saber que hace más de 50 años, en el corazón del mundo capitalista, había un grupo de políticos que creía que la injusticia y la inequidad no eran inevitables y que con imaginación y vocación de servicio público el Estado debía tenderles una mano a los que parecían condenados irremediablemente a la miseria.

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