“El presidente Museveni firmó finalmente la ley antigay”, indicó una portavoz de la Presidencia en Entebbe.
El parlamento ugandés adoptó el 20 de diciembre de 2013 por aplastante mayoría una ley que endurece considerablemente la represión contra los homosexuales y que prevé la cadena perpetua para quienes reincidan y sean encontrados culpables de “homosexualidad agravada”.
Los defensores de los derechos humanos y los gobiernos occidentales, en especial Estados Unidos, criticaron duramente esta ley.
El presidente norteamericano Barack Obama había calificado de “paso atrás” esta ley, cuya aprobación “complicaría” la relación entre Uganda y Estados Unidos, aliado de Kampala.
El premio Nobel de la Paz sudafricano Desmond Tutu instó el domingo a Museveni a no promulgar esta ley, al considerar que legislar contra el amor entre adultos recuerda al nazismo y al apartheid.
“Uganda es un país soberano y sus decisiones deben ser respetadas”, dijo a la AFP el lunes un portavoz del presidente, Tamale Mirundi.
Las disposiciones más controvertidas de la ley, que preveían la pena de muerte en caso de reincidencia, relaciones con menores o para las personas con SIDA, finalmente no se contemplaron en el texto.
El presidente ugandés, en el poder desde 1986, indicó en un primer momento que no promulgaría la ley, pero finalmente cambió de opinión tras consultar a un grupo de científicos que, según él, le explicaron que la homosexualidad “no era una conducta genética”.
Las influyentes iglesias evangélicas fomentan la homofobia en Uganda, donde los ataques contra los homosexuales son frecuentes.