Por: Gabriel Murillo
Desde hace un tiempo, el Perú dejó de ser para los colombianos un destino netamente turístico y pasó a convertirse también en una tierra fértil para trabajar.
Este hecho se ha derivado tanto en un notable aporte para la sociedad peruana, como en un estigma ocasionado por quienes han migrado para dedicarse a los delitos y la prostitución. ‘La crisis mundial financiera y del empleo, especialmente en los países tradicionales de destino, ha hecho que las migraciones se reorienten. Por eso el flujo en los países andinos aumentó’, nos explica el analista de migraciones Teófilo Altamirano.
Para este experto, los tratados entre Perú y Colombia y la Comunidad Andina de Naciones, que permite viajar sin necesidad de pasaportes o visas, ‘ha abierto un flujo de migraciones dentro de la Comunidad Andina que desemboca en una nueva versión de causas y efectos’.
Esta tesis la comparte la periodista colombiana Clara Elvira Ospina, quien migró hace tres años al Perú y hoy es directora periodística de América TV y Canal N. ‘El Perú está creciendo y eso hace que haya nuevas oportunidades y más interés por ver cómo funcionan las cosas en el resto del mundo. Eso hace interesante para los peruanos recibir extranjeros, y para nosotros venir a trabajar en el Perú’.
Sectarismo Sobre una eventual ‘estigmatización’ del migrante colombiano, la periodista Ospina afirma que ‘el año pasado hubo un momento complicado con los colombianos (por la sucesión de denuncias sobre sicarios de este país en Lima), pero creo que ya hay una conciencia en la mayoría de peruanos de que ni todos los colombianos somos delincuentes o prostitutas, ni eso es lo único que llega al país’.
La comunicadora, que ya se hace conocida por su frase ‘para que no lo encuentre el diluvio sin un libro debajo del brazo’ por su segmento de literatura en Canal N, aclara que ‘los delitos no son nacionales, son transnacionales y donde encuentran que tienen alguna oportunidad, pues la van a buscar. Pero así como vienen delincuentes, de Colombia viene gente con talento y capacidad. Creo que las sociedades que reciben inmigrantes empiezan a madurar y a distinguir quién es el bueno y quién es el malo… y a no generalizar‘.
Sobre estos prejuicios, Altamirano asegura que ‘cada proceso de migración arrastra elementos delictivos que aprovechan los mayores flujos y las facilidades para filtrarse. Pero también los periódicos están buscando grandes titulares, por lo que las personas que no tienen conocimiento de los nuevos flujos migratorios se forman una imagen negativa que asocian a una nacionalidad’.
Por ello, en mayo del 2013, la Embajada de Colombia en el Perú lamentó que se estén presentando casos de delincuencia protagonizados por colombianos: ‘Dichos hechos merecen nuestro total rechazo y nuestra solidaridad con las familias de los ciudadanos peruanos afectados’ y convocó a ‘seguir reforzando la cooperación militar y policial que desarrollan actualmente los Gobiernos de Colombia y Perú contra las diversas manifestaciones delictivas que se registran en ambos países’.
Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), los colombianos se convirtieron en la mayor fuerza laboral que llegó del extranjero el año pasado. Versiones no oficiales señalan, además, que en el Perú hay cerca de 40 mil colombianos que trabajan de forma ilegal en este país.