Por: Sabrina Rodríguez
El 58% de jóvenes peruanos percibe la delincuencia y el pandillaje como el principal problema que los afecta. Para analizar mejor este fenómeno, la Secretaría Nacional de la Juventud (Senaju) y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (Minjus) publicarán el próximo mes el libro Criminalidad y violencia juvenil en el Perú.
Sobre este tema, Julio Corcuera, director de Investigación y Desarrollo de la Senaju y uno de los autores del libro, señala que, si bien no existen cifras oficiales de los delitos que cometen los jóvenes, muchos de ellos son infracciones menores como el robo de celulares. ‘A menudo suelen ser chicos que tienen trabajo, pero que de vez en cuando se dedican al robo. Lo común de estos casos es que tienen un empleo precario”, explica Corcuera.
Sin embargo, también hay jóvenes que son contratados por organizaciones criminales para que hagan ‘servicios’ diversos. ‘Puede ser desde algo tan sencillo como alertar a alguien con un silbido si pasa un carro específico, manejar un auto para movilizar a alguien de un punto a otro, o algo más complejo, como ser contratados para el sicariato’, dice.
En su opinión, muchas veces las causas de la delincuencia y criminalidad juvenil se simplifican y están muy estigmatizadas.
‘La gente vincula las fechorías de los jóvenes con familias disfuncionales, vivir en ambientes pobres, consumo de drogas. Son factores que predisponen, sí, pero las causas son mucho más complejas’, sostiene Corcuera.
Por eso, el nuevo libro de la Senaju y el Minjus propone mirar a la delincuencia juvenil de una manera ‘global’ y buscar entre sus causas a factores como la migración.
‘Si uno piensa en una zona peligrosa, notará que hay una alta presencia de migrantes, una presencia muy baja del Estado y una menor atención en los colegios’, explica Corcuera.
A estos factores se le suman los constantes estigmas que la sociedad crea alrededor de los barrios peligrosos.
‘Cuando un joven de una zona insegura postula a un trabajo, es muy probable que el empleador lo prejuzgue y este tenga menos oportunidades de acceder al puesto’.
El especialista de la Senaju también llama la atención sobre el hecho de que las zonas con mayor delincuencia juvenil carecen de espacios públicos y, los pocos que hay, están dominados por la violencia. ‘En la medida que los gobiernos recuperen el espacio público (plazas, parques…) y lo revitalicen, desaparecerá la delincuencia en la zona y eso la alejará de los jóvenes’, sostiene.
Para reducir la delincuencia juvenil, el especialista propone impulsar políticas que fomenten la convivencia sana. ‘Se puede usar deportes como el fútbol para promover valores como la solidaridad. Esto ya se ha hecho en otros países de la región como Colombia’, asegura.
Respecto a la propuesta de incrementar las penas a los jóvenes por robos menores, Corcuera indica que el modelo punitivo no funciona.* ‘Ocho de cada diez jóvenes que van a centros correctivos vuelven a delinquir’*.
A cambio, apuesta por replicar modelos de justicia juvenil restaurativa, esto es, hacer que los jóvenes desarrollen programas de compensación a sus víctimas. ‘La Fundación Tierra de Hombres sigue este modelo. Solo el 20% de sus jóvenes vuelve a delinquir’, dice Corcuera.