Las dunas de Spirit Sands, que ocupan unos 4 km2 en la provincia de Manitoba, están amenazadas. En algunas partes, puñados de hierba dispersos brotan en medio de la arena, pero en otras, las dunas están completamente cubiertas por una espesa alfombra verde.
Situadas en el Parque Provincial de Spruce Woods (300 km2), a unos 200 km al oeste de Winnipeg, capital de Manitoba, estas grandes extensiones de arena expuesta, únicas en la provincia, son raras en Canadá.
Las dunas, que originalmente se extendían sobre una superficie de 6.500 km2, son los últimos vestigios no vegetales que quedan del delta del río Assiniboine. Se formaron hace unos 12.000 años, cuando un glaciar que cubría la región se derritió.
“Lo que constatamos actualmente es un proceso natural”, explica Jessica Elliott, jefa del sistema de planificación de parques y de ecología en la agencia gubernamental Conservación de Manitoba. “Vemos la vegetación avanzar sobre lo que antes era una zona de dunas de arena”, continúa.
La vegetación se apodera de las dunas de arena a un ritmo de 10% a 20% por década, concluyeron los investigadores en la década de 2000, en un estudio sobre la cronología de la sedimentación del período interglaciar Holoceno.
Fuego y bisontes para frenar la vegetación
Para Elliot, varios factores contribuyen al avance de la vegetación.
“El clima es diferente de lo que era en el pasado, hay más precipitaciones, la velocidad del viento es menor y no hay otros factores de perturbación, como los grandes bisontes que se desplazaban a pastar en la zona o incluso los intensos incendios forestales”, explica.
Técnicamente, el desierto de Spirit Sands no es un verdadero desierto, porque recibe cerca del doble de precipitaciones de un desierto típico.
Pero las dunas, de importante significación religiosa para los aborígenes, también tienen gran valor por su ecosistema. Allí vive, por ejemplo, la única especie de lagartija de Manitoba: el eslizón pradera norte.
Además, esas montañas de arena conforman la principal atracción para los turistas canadienses y extranjeros, que llegan al Spruce Woods para hacer camping, senderismo, paseos a caballo e incluso a navegar en kayak en el río Assiniboine.
Según funcionarios del parque, 2.300 de los 60.000 vehículos que ingresaron al parque visitaron las dunas desde enero.
Por eso, la provincia evalúa diferentes formas de preservar las dunas, desde aplicar herbicidas químicos hasta recurrir a lo que funcionó allí durante miles de años: el fuego o los bisontes. En este último caso, habría que “construir un recinto” con una valla de cientos de kilómetros de largo para mantenerlos dentro del parque, señala Elliott.
Si bien la desaparición de las dunas de arena de Spirit Sands parece inevitable sin la intervención humana, el futuro de Spruce Woods no corre peligro, según sus funcionarios.
“Independientemente de la cantidad de vegetación que haya sobre las dunas, el parque es un sitio hermoso. Hay tantos rincones distintos para ver y disfrutar de la naturaleza tal como es, tantos atractivos…”, dice con una gran sonrisa Jennifer Bryson, empleada de Spruce Woods.