Arqueólogos peruanos descubrieron el cuerpo momificado de una mujer, que habría sido sacrificada, en la huaca (santuario) Cao Viejo perteneciente a la cultura preinca Moche, de los siglos II y VIII d.C, en la región La Libertad (norte).
Régulo Franco Jordán, jefe de los arqueólogos de la Fundación Wiesse, dijo a la prensa que el hallazgo se produjo hace un mes y recién se dio a conocer por temor de los saqueadores.
Explicó que la mujer momificada tendría entre 17 a 19 años y fue enterrada en posición decúbito ventral con la cabeza orientada hacia el oeste con uno de los brazos extendidos. “Estaba en la huaca Cao Viejo del complejo arqueológico El Brujo en el distrito de Ascope, La Libertad”, precisó
“Los restos fueron hallados debajo del último piso del patio ceremonial de la huaca que, de acuerdo a la estratigrafía del templo, corresponde a la ocupación final moche, aproximadamente entre los siglos VII y VIII d.C”, señaló Franco Jordán.
Sostuvo que hace un mes se toparon con los restos de esa mujer sacrificada en la plataforma superior de la huaca de Cao Viejo.
El arqueólogo indicó que lo sorprendente del hallazgo “es que en la iconografía moche siempre se observa a los hombres como objeto de sacrificio y, por eso trae un giro a las investigaciones”.
“Causa mucha sorpresa encontrar una mujer y, mucho más, al saber que fue enterrada en posición de decúbito ventral con la cabeza orientada hacia el oeste, donde se encuentra el mar, y con uno de los brazos extendidos, postura además anormal, y que dista mucho de lo que se conocía hasta ahora”, manifestó.
En 2006, el equipo de Franco Jordán descubrió en la huaca Cao Viejo a una mujer tatuada que luego fue llamada la Señora de Cao o Dama de Cao, una gobernante de la cultura mochica que se cree gobernó el norte del actual Perú en el siglo IV d.C.
Con apoyo de la fundación Wiesse se ha acondicionado una sala de exhibición especial para esta momia, en un museo muy moderno.
La tumba de la Dama de Cao está rodeada de cetros de madera forrados de cobre, utilizados en las ceremonias como símbolos de poder y hegemonía, y diversas placas de metal sueltas que cubrían la mortaja de algodón natural.