Ser líder no es lo mismo que ser gerente o jefe. Se puede llegar a una posición de autoridad por una situación particular o por haber obtenido resultados individuales sobresalientes. Es decir, la autoridad y el poder que da una posición no son sinónimos de un buen liderazgo.
Un jefe podría utilizar el poder que le otorga su posición para tratar de lograr resultados mediante la intimidación o imponiendo su autoridad, asumiendo en su interior: ‘Yo soy el jefe y aquí mando yo’.
Sin embargo, esa no es una estrategia que dé resultados a largo plazo. Hay empleados que hacen lo que el jefe dice mientras que los esté viendo, pero después se desenfocan, pues no se sienten atraídos por el estilo de liderazgo de sus superiores.
El Ph.D. neoyorquino Robert E. Kaplan, especialista en negocios y liderazgo, hizo una minuciosa investigación con 42 ejecutivos de diferentes países y rubros que fracasaron luego de alcanzar el éxito.
Y, aunque el estudio abarca un espectro que va desde directores generales hasta jefes de departamento, resulta aplicable a cualquier nivel del escalafón laboral.
Aquí te presentamos los ocho errores más comunes que cometen los jefes. Estos errores los pueden llevar no solo al fracaso personal, sino también al de su empresa.
1. Tener una ambición ciega. Se trata de aquel jefe que tiene que vencer siempre o parecer ‘perfecto’ en todo momento. Por lo general, compite en lugar de colaborar con su equipo y exagera su propia valía y las contribuciones que hace. Es jactancioso y arrogante, juzga a las personas en términos de blanco y negro: las tiene como aliadas o enemigas.
*2. Trazarse objetivos poco realistas. Es el caso del jefe que suele fijar objetivos demasiado ambiciosos y frecuentemente inalcanzables para el grupo a su mando o toda la organización. También es poco realista con respecto a los insumos que se requieren para que el trabajo funcione correctamente.
3. Hacer un esfuerzo desmedido. El jefe que trabaja compulsivamente a expensas del resto de su vida. Trata de llenar los vacíos de su ámbito íntimo con los logros que pueda obtener en su centro de trabajo.
4. Entrometerse y asfixiar. Fuerza a las personas y las lleva más allá de sus límites; ejerce su dirección de un modo asfixiante y no delega funciones. Se muestra mordaz, implacable e insensible al daño emocional que pueda infligir a los demás en la oficina. En suma, no tiene ni le preocupa tener empatía con sus subordinados.
5. Tener mucha sed de poder. Es el jefe que no busca el poder para el colectivo que dirige, sino cínicamente para sí mismo, para sus propios intereses. Impone su propia agenda personal independientemente de las demás alternativas. Es un explotador nato.
6. Necesitar reconocimiento de forma insaciable. Es adicto a la gloria, capitaliza los esfuerzos de los demás y los acusa también de los errores. Es capaz de sacrificarcualquier cosa en aras de obtener la victoria.
7. Preocuparse por las apariencias. Necesita parecer bueno a toda costa, se halla abiertamente preocupado por su imagen pública, anhela el lujo material que conlleva el prestigio.
8. Necesitar parecer perfecto. Las críticas, por más fundadas que sean, le irritan o le producen rechazo, condena a los demás por sus propios errores, es incapaz de admitir sus equivocaciones o sus debilidades personales.