Por: Verónica Klingenberger
Hace 15 años, una ejecutiva que trabajaba en nuevas tecnologías para empresas como Apple y Microsoft, inquietó a psicólogos y sociólogos con un nuevo término: ‘atención parcial continua’. Esas tres palabras juntas describían por primera vez ese estado de concentración tan común que consiste en prestar atención a todo sin llegar a enfocarnos completamente en algo. La ejecutiva se llama Linda Stone, y desde entonces, observa y escribe sobre lo que significa vivir en un mundo hiperconectado.
Cuando hablamos de problemas de concentración es inevitable pensar en cómo nos ha afectado el avance de la tecnología en los últimos años, sobre todo el uso indiscriminado de smartphones y, en menor medida, el consumo de tablets. ¿Debemos preocuparnos seriamente por cómo están las cosas? Sí y no. Hay que moderar algunos comportamientos sin caer en la histeria de pensar que el mundo será cada vez peor. Lo primero que debemos controlar es la atención que le damos a nuestros teléfonos frente a nuestros hijos o sobrinos. La razón es simple, los niños aprenden por imitación. Si ven a sus padres leer, buscarán libros. Si ven a sus padres disfrutar de la naturaleza, desarrollarán un respeto y una curiosidad por su entorno natural. Si ven a sus padres contemplar un teléfono la mayor parte del tiempo, pensarán que en ese artefacto se esconde lo verdaderamente bueno. Lo que ellos quieren es exactamente lo que papá y mamá tienen.
Por otro lado, y eso es lo que más preocupa, la empatía se aprende a través del contacto visual, de mantener la mirada fija en la mirada del niño. Y un individuo que no es empático, en el peor de los casos, puede desarrollar comportamientos sociópatas o psicópatas. Si teléfonos y tabletas impiden que mires a tus hijos la mayor parte del tiempo, entonces preocúpate, modérate, date un tiempo para todo, y sobre todo para ellos.
La ‘atención parcial continua’ no es algo necesariamente malo. Los humanos tenemos distintas formas de concentrarnos, y cada una responde a actividades específicas. Tu concentración a la hora de leer esta columna es distinta a la que tienes al jugar Candy Crush, servir un café o manejar. Según Stone, lo crucial está en desarrollar una suerte de estrategia de la concentración que nos sirva para cada una de las distintas situaciones que vivimos día a día. Y esa estrategia se vuelve realmente potente cuando logramos un estado de relajación absoluta, sin presencia o idea alguna que nos presione. Stone la llama ‘relaxed presence’ y tiene que ver con un sentido de independencia y disfrute, de curiosidad y experimentación. Es ese tipo de concentración que conseguimos al practicar un deporte, tocar un instrumento o cantar. La postura y la respiración clarifican la mente. Finalmente cuerpo y mente en el mismo lugar, en el mismo momento.