El primer acuerdo entre el gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC sobre el problema agrario constituye un gran avance para resolver uno de los conflictos más antiguos de América Latina.
Después de seis meses de negociaciones celebradas en Cuba, país garante del proceso junto a Noruega, los dos bandos anunciaron el domingo haber resuelto el capítulo del desarrollo rural, tema clave ligado al nacimiento mismo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia durante una insurrección campesina en 1964.
Los detalles del acuerdo no han sido publicados pero, según un comunicado conjunto, incluye “el acceso y la utilización de la tierra” y la “regularización de la propiedad” de la misma, dos puntos fundamentales en Colombia, donde apenas el 1% de la población posee la mitad de los terrenos agrícolas del país.
“Es un mensaje muy importante para los colombianos. En las anteriores discusiones con las FARC, nunca se había ido tan lejos”, afirmó a la AFP el politólogo Alejo Vargas, profesor de la Universidad Nacional de Bogotá, quien subraya que el tema agrario es “el más complejo del conflicto”.
En el espacio de treinta años los gobiernos de Colombia llevaron a cabo tres tentativas de negociación sin lograr un acuerdo tangible como el que ahora se anuncia.
Este acuerdo va a aportar “una cierta confianza entre las dos delegaciones. Mas allá del acuerdo, tienen una metodología de trabajo que funciona”, prosigue Vargas, quien considera que el resultado valida la opción de Cuba como facilitador de las negociaciones que se celebran a puerta cerrada en La Habana.
“Ha sido muy útil, Cuba ofrece garantías de seguridad que permiten que las delegaciones trabajen tranquilamente. No se hubiese podido hacer con todos los periodistas y las cámaras preguntando todo el día que avances ha habido”, añadió.