Los bebés tienen una conciencia de su entorno similar a la de los adultos desde los cinco meses de edad, reveló una investigación europea publicada el jueves en Estados Unidos.
Para detectar ese estado de conciencia, los investigadores observaron la actividad neuronal de 80 bebés de cinco, 12 y 15 meses, con la ayuda de un electroencefalograma que mide el tiempo de respuesta eléctrica de sus cerebros mientras se les muestran imágenes de rostros durante más o menos tiempo.
En los adultos, investigaciones recientes han demostrado que el cerebro reacciona en dos etapas a la percepción de un evento externo, explican los autores del estudio, publicado en la revista Science con fecha del 19 de abril.
Durante los primeros 200 a 300 milisegundos, la reacción es completamente no consciente y se acompaña de una actividad neuronal que aumenta de forma constante a medida que transcurre el tiempo de presentación de los objetos.
En una segunda etapa, después de los 300 milisegundos, comienza la respuesta consciente, según indica una señal eléctrica específica del cerebro.
Solamente los períodos de presentación suficientemente largos de imágenes permiten alcanzar este umbral de reacción eléctrica considerada como un marcador neuronal de la conciencia.
Para todos los grupos de edad de los bebés, los investigadores observaron la misma respuesta tardía que en los adultos, lo que confirma “la señal neuronal del estado de conciencia”.
Sin embargo, en los bebés la respuesta es bastante más tardía: no se manifiesta hasta al menos después de un segundo en los más pequeños.
Según los investigadores, estos resultados revelan que los mecanismos cerebrales de la percepción consciente están presentes desde muy temprano en los lactantes, pese a que son relativamente lentos. Esta reacción consciente se acelera de forma progresiva durante su desarrollo.
El estudio, realizado en París por especialistas del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS), ofrece también un marcador potencial para evaluar la capacidad de percepción de personas enfermas o víctimas de accidentes que no pueden comunicarse verbalmente.
Además, sus resultados podrían ayudar a los médicos a comprender mejor la percepción del dolor y los efectos de la anestesia en los bebés, de lo que poco se conoce, explican los investigadores.