“Dos veces al día me atan a una silla en mi celda”, cuenta un detenido de la prisión de Guantánamo en huelga de hambre en una columna de opinión publicada este lunes en The New York Times , en la que detalla los sufrimientos que padece cuando los guardias de la cárcel lo alimentan a la fuerza.
Titulado “Guantánamo me está matando”, el texto es la transcripción de una conversación telefónica con su abogado.
El yemenita Samir Naji al-Hasan Moqbel, detenido desde hace más de once años en la controvertida prisión de la base militar estadounidense en la isla de Cuba, está en huelga de hambre desde el 10 de febrero. Afirma haber perdido más de 15 kg.
“Jamás olvidaré la primera vez que me pasaron un tubo por mi nariz para alimentarme. No puedo describir cuán doloroso es ser alimentado de esa manera”, cuenta este prisionero de 35 años.
“Dos veces al día me atan a una silla en mi celda. Mis brazos, mis piernas y mi cabeza sangran. Nunca sé cuando vendrán. A veces no vienen hasta las 11:00 p.m., cuando ya estoy durmiendo”, explica el huelguista de hambre.
“Somos tantos los que ahora estamos en huelga de hambre que no hay suficiente personal médico calificado para realizar esta nutrición forzada”, añade Moqbel, quien sostiene que uno de los huelguistas no pesa más de 35 kilos.
El yemenita afirma que abandonó su país en 2000 para dirigirse a Afganistán , donde esperaba encontrar trabajo. Durante la invasión estadounidense del año siguiente se trasladó al vecino Pakistán, donde fue detenido y enviado directamente a Guantánamo.
Como muchos otros detenidos en esa prisión, jamás fue juzgado ni formalmente inculpado. Tampoco fue considerado una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos, pero no puede ser liberado a causa de una moratoria sobre la repatriación de los yemenitas decretada por Barack Obama en 2009.
Según los abogados de los presos, la gran mayoría de los detenidos del campo 6, que alberga a 130 reclusos, están en huelga de hambre tras unos incidentes a principios de febrero en el marco de los cuales varios ejemplares del Corán fueron examinados de una manera que ellos consideraron una profanación.
Según el Pentágono, el jueves último había 43 huelguistas de hambre, cuatro veces más que hace un mes, once de los cuales son alimentados a la fuerza.