Bajo un sol radiante en el otoño austral, esta mujer de 53 años, estudiante de abogacía y que se enteraba en ese instante del fallecimiento de la “Dama de Hierro”, dijo que “a las personas uno puede quererlas o no como políticas, pero importa mucho lo que transmiten a nivel personal”.
“No era nada agradable”, insistió antes de marcharse a toda velocidad porque los médicos dieron fecha de este lunes para el nacimiento de su nieto Benjamín.
Fría, desagradable, prepotente y agresiva fueron algunos de los calificativos con los que argentinos de a pie describieron a Margaret Thatcher este lunes en los alrededores de la Casa Rosada (gobierno).
Un puñado de exsoldados instalados en un campamento de protesta en la Plaza de Mayo para reclamar un subsidio al Estado para veteranos de guerra, se rehusaban a opinar sobre la exprimera ministra británica “hasta que lo autoricen” sus dirigentes.
Los antiguos enrolados, que instalaron una simulación del cementerio de Malvinas con cruces blancas sobre los jardines de la Plaza, aseguran merecer la ayuda gubernamental pese a no haber estado en combate sino en bases del continente.
Por el contrario, nada le impidió hablar a Mario Volpe, líder de los veteranos del Centro de Excombatientes de las Islas Malvinas (Cecim), quien dijo a la AFP que Thatcher “murió impune, sin ser juzgada”.
“No va a quedar en el recuerdo como alguien que haya aportado nada a la paz. Siempre recuerdo esa decisión de hundir el Crucero (General Belgrano) porque teniendo la oportunidad de haber parado la guerra, nunca lo hizo, sino que la intensificó”, dijo.
Cuando la Organización de Estados Americanos (OEA) emprendía una mediación de paz entre Argentina y Gran Bretaña, un submarino británico, por orden de Thatcher, hundió al crucero donde murieron 323 marineros, casi la mitad de las 649 víctimas fatales argentinas de la guerra de 74 días, en la que perdieron la vida 255 británicos.
El exsoldado, que regresó de Malvinas con heridas en un hombro y un pulmón perforado por la artillería británica, dijo que “al decidir la continuidad de la guerra con el hundimiento del Belgrano (el 2 de mayo) Thatcher ya no se diferenciaba del dictador (argentino, Leopoldo) Galtieri”.
Galtieri inició la guerra al invadir las islas el 2 de abril de 1982, justo el día en que nació en la provincia de Santiago del Estero (centro) Carlos Javier Díaz, quien por una rara coincidencia caminaba por la Plaza y aceptó dar su impresión.
“Sobre la Thatcher y aquella guerra quiero decir que debe haber un mea culpa de nuestros gobernantes por ir a una guerra innecesaria. Por mandar jóvenes sin ninguna preparación a una muerte segura”, dijo este empleado y estudiante.
Díaz dijo que “la gran culpa de la Thatcher es que sabía que el derecho internacional está del lado de Argentina pero aceptó una guerra contra un país militarmente inferior”.
“A ella le tocó ser fría, proteger sus riquezas, proteger el petróleo de las islas y proteger a sus ingleses. Pero cualquier ministro inglés habría hecho lo mismo, ninguno se hubiera apiadado”, reflexionó con un tono solemne.
Detrás de Díaz apareció René Miranda, un ingeniero mecánico de 69 años, quien impulsado por su hija a dar su punto de vista afirmó que “la Thatcher era una mujer prepotente, agresiva mujer de hierro que quería arrasar con todo como lo hizo”.
Pero también “Galtieri libró una guerra muy injusta porque mandó a los chicos a la guerra sin que supiesen manejar el fusil mientras que los oficiales se quedaban detrás de ellos”.
Otro paseante, un argentino por adopción nacido en Italia, Doménico Gruscomagno, de 71 años, residente desde 1953 y jubilado, le puso un elocuente broche a los testimonios:
“Bendito sea el día en que se ha muerto esta mujer terrible. Fue una persona nefasta. Para ganar elecciones en Gran Bretaña, hizo la guerra”, evocó Gruscomagno.