Son amores inolvidables. Saben a aventura, a playa, a vida al aire libre. ¿Por qué es inevitable rendirnos ante ellos?
Enrique Galli, psiquiatra de la Clínica Ricardo Palma, nos explica que ‘las citas de verano involucran un cambio tanto en el tiempo como en el espacio. Uno deja sus constumbres para cambiar a un entorno en el que se permiten más cosas, en el que no hay tantas reglas ni normas. Por lo tanto, las personas son más desinhibidas, tienen menos reparos en las consecuencias de sus actos y manejan el concepto de que es un momento para aprovecharlo mientras dure’.
Pero no solo la psicología nos influye; la ciencia también pone su granito de arena. Según la psicoterapeuta Carmen Bravo De Rueda, el sol es considerado como una fuente de salud y energía. “Científicamente, se ha comprobado la existencia de depresiones estacionales que vienen en épocas de invierno y que se curan con luminoterapias que simulan la luz del sol. Esto es porque el sol aumenta la serotonina del cerebro, responsable de brindar la sensación de bienestar, mejorar la calidad del sueño y favorecer el buen humor, la felicidad y la actividad sexual’, señala.
Estos amores de verano suelen ser pasajeros, pero muchos se embarcan en ellos. El doctor Galli explica que esto sucede porque muchas personas deciden romper con su rutina y se disponen a disfrutar de un periodo de emociones intensas; buscan liberarse de lo usual.
Bravo De Rueda, por su parte, nos dice los amores de verano implican una ilusión y ello nos emociona, pero llegado el momento se corta y nos ponemos frente a la realidad. ‘Cuando terminan las vacaciones, cada uno vuelve a sus actividades, a su rutina, y en ocasiones es muy difícil reencontrarse con ‘esa persona’ en las mismas condiciones en las que surgió el enamoramiento’, comenta.
¿Qué hacer? Galli recomienda que desde un inicio se acepte lo que pueda pasar (el rompimiento) y tener presentes las consecuencias antes de que esto ocurra.
Ambos expertos coinciden en aconsejar que gocemos mientras el amor exista. ‘Eso sí, hay que cuidarse para evitar las consecuencias no deseadas. Si termina, aceptar que tuvo su tiempo y que fue un momento feliz. Y si dura más, pues habrá que fortalecerlo’, concluye De Rueda.