Este es el objetivo de un grupo de científicos mexicanos que acaban de concluir la secuencia genética de una de sus variedades.
El Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) reportó este jueves que sus científicos buscan “desarrollar una variedad que requiera menos agua, previendo el cambio climático”, a través de un comunicado.
La eventual escasez de agua se podría “volver un limitante para la zona del estado de Michoacán (oeste), que produce 20% del aguacate que se consume en el mundo”, destacó el Cinvestav.
“Si el cambio climático afecta a esa zona y no tenemos las variedades adecuadas, tendríamos un problema de abasto mundial de aguacate”, insistió.
México es líder en la producción de este fruto, con 34% del volumen total del mercado internacional, y entre sus principales compradores están Estados Unidos, Canadá y Japón, según datos de la secretaría de Agricultura.
Tras concluir la secuencia genética del aguacate criollo mexicano, los científicos, que trabajan en el municipio de Irapuato del estado de Guanajuato (oeste), están tratando de “identificar sus 42.000 genes casi el doble de los que tiene el ser humano”, precisó el Cinvestav.
El siguiente paso será “comparar las características genéticas de este aguacate criollo, conocido como cáscara de papel, para poder identificar las diferencias entre éste y el Hass, que es el que se consume más en el mercado”, prosiguió.
La idea es crear uno que convine la resistencia de la cáscara del Hass con el mejor sabor y textura que tiene el criollo, que a su vez requiera menos agua.
El Cinvestav reconoció que será un proceso lento, ya que el ciclo de vida del aguacate es de 8 a 10 años y aclaró que no se trata “de transgénicos, sino de materiales obtenidos por mejoramiento tradicional, utilizando herramientas genómicas”.
El aguacate se utiliza en una gran variedad de platillos de la gastronomía mexicana por su accesible precio (menos de un dólar por unidad) en comparación con otros países de la región donde esa cifra se duplica.