Yamanaka, un médico que hizo avanzar la ciencia sin herir conciencias

El japonés Shinya Yamanaka ganó el Premio Nobel de Medicina junto al británico John Gurdon por su trabajo con células madre.

Gracias a su trabajo con células madre pluripotentes inducidas (IPS), el japonés Shinya Yamanaka, galardonado con el premio Nobel de Medicina 2012, consiguió la hazaña de hacer avanzar la ciencia, esquivando el obstáculo ético y religioso que presentan las células madre embrionarias.

Nacido en 1962 e hijo único de un fabricante de piezas de repuesto para máquinas de coser, Yamanaka debería, como marca la tradición japonesa , haber seguido los pasos de su padre. Pero cuando tenía unos 10 años, su progenitor le explicó que deseaba que fuera médico.

El joven Shinya se convirtió en un brillante cirujano ortopedista para, después, orientar su carrera hacia la investigación hasta lograr el reconocimiento definitivo a su trabajo con el premio Nobel de Medicina que comparte con el británico John Gurdon.

“Sus descubrimientos revolucionaron nuestra comprensión sobre la manera en qué las células y los organismos se desarrollan”, dijo el comité Nobel sobre este científico de 50 años.

En el mundo médico era aceptado que las células madre embrionarias fueran esenciales para la investigación de tratamientos médicos. Pero el costo, tanto religioso como político, resultaba muy elevado, ya que los círculos más conservadores consideraban que extraer células madre de embriones equivalía a sacrificar una vida.

Por ello, la producción de las primeras células IPS en la universidad de Kyoto a cargo del equipo de Yamanaka representó en 2006 un enorme paso adelante.

Las células madre IPS son células adultas a las que se les somete a una especie de técnica de rejuvenecimiento, ya que las células, una vez adultas, tienen una función particular y no pueden cambiar.

La cura administrada por el profesor Yamanaka y su equipo, un cóctel de genes, permitió conducir estas células adultas al estado de células madre embrionarias, que todavía no adquirieron su función.

De esta forma, no es necesario recurrir al embrión para “cosechar” las valiosas células madre.

“Si la investigación con células madre embrionarias es la única manera de ayudar a los enfermos, pienso que tenemos que hacerlo. Pero al mismo tiempo, y es un sentimiento natural, quiero evitar la utilización de embriones humanos. Estos embriones no son como células de la piel, por eso hacemos lo que estamos haciendo”, declaró en su momento el profesor Yamanaka.

Las células madre son muy prometedoras en el tratamiento de enfermedades como el cáncer o la diabetes y también son una baza importante en el tratamiento de enfermedades neurológicas degenerativas, como el Parkinson o el Alzheimer , y pueden ser utilizadas para reemplazar células, tejidos u órganos dañados.

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