A principios de este año, un tribunal canadiense dictaminó que la prohibición de los burdeles pone en riesgo a las prostitutas, ya que las obliga a trabajar en las calles. Actualmente, las trabajadoras sexuales pueden alquilar departamentos para hacer su trabajo y crear vínculos laborales. Lo mismo ocurre en Holanda y España.
Otros países están considerando legalizar el oficio más antiguo del mundo, alegando que la regulación reduciría el crimen y aumentaría la seguridad de quienes ejercen la prostitución.
Sin embargo, según Rachel Lloyd, directora ejecutiva de Girls Educational and Mentoring Services en Nueva York, y ex trabajadora sexual, aún no hay pruebas de que legalizar la prostitución implique mayor seguridad para las mujeres.