Una casa blanca al sur de Bogotá se diferencia de las demás por su fachada adornada con frases literarias, las cuales sirven de preámbulo a la magia encerrada tras su portón.
El aroma de libro añejo llena de mística el hogar en el que José Alberto Gutiérrez y su esposa, Luz Mery Gutiérrez, cimentaron las bases de una familia que hoy se compone de tres hijos y una sobrina, todos fieles guardianes de los más de diez mil ejemplares que adornan los muros de la casa. Pero lo curioso y extraño de esta magia proviene de la misma basura que a diario botan los bogotanos.
José Alberto lleva 20 de sus 49 años de vida conduciendo los camiones recolectores. Un día de 1998, cuando recorría de madrugada las calles de Bogotá, se encontró con lo que sería luego su pasión. En una caja halló la obra Ana Karenina, del novelista ruso León Tolstói. De inmediato entendió que la basura no era el sitio donde debían estar los libros y asumió su papel: recolector de cultura perdida en los botes de lo que la sociedad bogotana desecha.
En medio de sus miles de tesoros pueden encontrarse enciclopedias de Salvat, literatura francesa y estadounidense y hasta un ejemplar del Corán.
Su alma de buen lector y apasionado por rehabilitar libros lo llevó, incluso, a ser un bibliotecario empírico, pues las estanterías de su hogar tienen debidamente organizados más de diez mil textos, que puede encontrar en cuestión de segundos con solo mencionarle el título o el autor.
Hoy, este hombre suministra libros a 20 bibliotecas, la mayoría en Bogotá, y espera el apoyo de alguna empresa que le facilite medios para movilizar los cientos de libros que a diario entran y salen de su hogar. También pretende organizar una ‘librotón’, para la cual necesita un gran depósito al que puedan llegar los bogotanos a donar aquellos textos y revistas que ya no usen y así poder llevarlos a las bibliotecas que surte.