La representante especial de la ONU en Sudán del Sur afirmó el sábado que “no hay evidencias” de masacres en el país tras las denuncias de violencia étnica, pero advirtió que 60.000 personas necesitan ayuda urgente.
Según Hilde Johnson, los informes respecto de más de 3.000 personas muertas por un ataque de jóvenes armados en la región de Pibor en el estado de Jonglei, fronterizo con Etiopía resultaron infundados.
“No encontramos ninguna evidencia que confirme esa cifra”, dijo a la AFP la representante de la ONU, tras visitar la zona.
El viernes, un responsable local afirmó que más de 3.000 personas perdieron la vida en la violencia interétnica la semana pasada en Sudán del Sur.
Según Joshua Konyi, jefe de la administración de la región de Pibor, “hemos contado los cadáveres y hemos calculado en esta etapa que 2.182 mujeres y niños, así como 959 hombres, resultaron muertos”.
Los conflictos interétnicos constituyen uno de los principales desafíos que enfrenta la joven nación de Sudán del Sur, que accedió a la independencia en julio pasado.